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Conversations

Programa

Ludwig van Beethoven (1770-1827)

Bagatelas, Op. 126:
  - I. Andante con moto.
  - II. Allegro.
  - III. Andante.
  - IV. Presto.
  - V. Quasi allegretto.
  - VI. Presto - Andante amabile e con moto.

Franz Schubert (1797-1828)

Sonata para piano No. 4 en La menor D. 537:
  - I. Allegro ma non troppo.
  - II. Allegretto quasi andantino.
  - III. Allegro vivace.

Franz Liszt (1811-1886)

Rapsodia húngara No. 12.
Wagner - Tannhauser: Coro de peregrinos S. 443/R. 276.

Enrique Bernaldo de Quirós, piano.

Musicstry Studios. TRT® sound (calibración 2.4b). Grabado: Schubert: 27, 28 Diciembre 2014. Liszt: 2 Julio 2014. Beethoven: 16 Abril 2016. Publicado: 23 Enero 2020. Fotografía: Pablo Salto-Weis. Notas: Enrique Bernaldo de Quirós. Productor: Mario Martínez. PC13007 ℗ & © 2021 Play Classics.

Notas al programa

Quirós: Hoy es un día muy especial para mi, como seguramente se habrán percatado por el traje con chaleco que llevo, pues no todos los días se tiene ocasión de saludar a tres contertulios tan ilustres como ustedes. Herr Beethoven, Herr Schubert y Herr Liszt, les agradezco profundamente su gentileza al encontrar el tiempo para acudir a esta entrevista.

Beethoven: No tiene importancia, señor Quirós, nos queda toda la eternidad...

Quirós: Tengo entendido que no les ha resultado sencillo asistir a este encuentro.

Liszt: Hemos tenido un pequeño contratiempo, pues Herr Bach, nuestro Supremo Hacedor, requiere obligatoriamente la composición de una fuga escolástica a quattro para obtener el permiso de cruce de frontera y Herr Schubert nos ha retrasado un poco en dicha empresa.

Schubert: Insisto en mi opinión de que las octavas paralelas, usadas con gracia, no empobrecen la textura sonora...

Quirós: Me alegra poder comprobar que siguen ustedes en activo y que gozan de un aspecto muy similar al que estamos acostumbrados a admirar en las representaciones más célebres. Salvo quizás usted, Herr Beethoven...

Beethoven: Por favor, llámeme Ludwig. Dado que, a todas luces, esto promete ser una conversación informal y distendida, dejemos de lado los formalismos.

Quirós: Le agradezco el detalle, Ludwig. Como le decía, hay algo en su aspecto que me resulta diferente, si recordamos alguno de sus retratos, como el de Stieler, por ejemplo.

Beethoven: ¡Oh, es muy sencillo! En el Reino de Johann Sebastian existe la obligación de llevar peluca empolvada o, alternativamente, hacer uso del peine con una regularidad odiosa. Como puede imaginar, elegí lo segundo, aunque le confieso que llegué a sopesar la posibilidad de establecerme en la comarca de ese endiablado Paganini... Allí las normas son más relajadas, pero el clima es terriblemente cálido.

Quirós: Herr Bach parece no haber perdido ni un ápice de su carácter y su férrea disciplina. Como les adelanté en mi invitación, tenía mucho interés en poder comentar con ustedes las obras de su autoría que he incluido en mi último disco, que han tenido ocasión de escuchar en primicia. Su presencia hoy aquí me hace albergar esperanzas de que el resultado no ha sido del todo desagradable para ustedes...

Liszt: He de decir, Enrique – sigamos por el camino que abrió Ludwig –, que en un primer momento eché en falta que el registro tuviera un carácter monográfico, que recogiera un repertorio más homogéneo, como quizás mi Sonata y mi Fantasía Dante, o mis Estudios Trascendentales...

Beethoven: O, tal vez, todos mis ciclos de bagatelas... Coincido con Franz en este término.

Schubert: Señores, por favor, seamos corteses. ¿Acaso puede haber algo más bello que compartir la música entre buenos amigos? Todos tenemos un protagonismo muy similar en este CD. Ludwig, tú mismo alabaste, en repetidas ocasiones, los sentimientos de amistad y fraternidad. ¿Lo recuerdas?

Beethoven: Me resulta familiar.

Liszt: De todos modos era sólo una observación...

Schubert: Amistosa...

Quirós: ¡Gracias, Franz Peter! Además, no es la primera vez que comparten ustedes un espacio de creación. Pienso en el célebre tema que recibieron en 1820 de Diabelli para componer un conjunto de variaciones.

Liszt: ¡Qué vergüenza! Yo sólo tenía nueve años entonces... Pero tu, Ludwig, te esforzaste tanto que, en lugar de las seis o siete variaciones solicitadas, hiciste ¡nada menos que treintaitrés! Al pobre Diabelli, casi le da un ataque de pánico...

Beethoven: El tema daba bastante juego, al fin y al cabo.

Quirós: Volviendo al disco, verá que lo abren de manera simbólica sus Bagatelas Op. 126, Ludwig. Digo “de manera simbólica” porque entiendo que se trata de una obra que tiene un significado muy especial para usted. Además, abrió nuevos caminos y sirvió de inspiración a muchos creadores que vinieron después y que tuvieron en su figura una referencia y un modelo a seguir.

Beethoven: Las Bagatelas a las que hace referencia son sencillamente exquisitas, unas piezas llenas de refinamiento y a la vez de carácter, sin duda las mejores de todas cuantas he hecho. Se trata, por cierto, de mi última obra para piano, pues después centré todos mis esfuerzos en el género del cuarteto de cuerda que, por aquellos tiempos, estaba mejor remunerado. Trabajaba precisamente en alguna de las bagatelas cuando recibí la visita del joven bribonzuelo Franz, por insistencia de Czerny.

Liszt: No habría podido imaginar ese día cuan lejos estaban tus pensamientos de aquel fragmento de tu concierto número 3 que llegué a interpretar para ti...

Beethoven: Siento no haberte prestado más atención entonces, querido amigo.

Quirós: Me resulta sorprendente la manera en la que aborda la escritura pianística en este ciclo, la forma en la que lleva hasta los extremos los contrastes dinámicos, de articulación y de carácter, como, por ejemplo, en la bagatela número 4 en si menor, o en la número 6 en mi bemol mayor.

Beethoven: Esta obra, más que ninguna otra de las que compuse para piano, está llena de sensaciones físicas, casi sensuales. Mi ocupación en la monumental Novena Sinfonía me tenía exhausto en todos los sentidos y necesitaba distraerme con algo pequeño, algo delicado que me proporcionara placer y esparcimiento. Las bagatelas nacieron desde el teclado, como si de una improvisación se tratara. Al sentarme al piano dejaba que mis dedos expresaran lo que sentía en esos momentos: placidez, agitación, anhelo, rabia, triunfo...

Quirós: Si le he entendido bien, se trataría de algo así como una radiografía de su Novena hecha desde el piano.

Beethoven: Tiene suerte, Enrique, de que durante mi prolongada ausencia he tenido ocasión de codearme con muchos personajes interesantes, entre los que se cuenta el doctor Röntgen, quien me ha puesto al día sobre algunos de sus descubrimientos. De no ser así, no habría podido captar su metáfora...

Quirós: Disculpe, Ludwig, lo había dado por hecho.

Beethoven: En efecto, en muchos aspectos, las Bagatelas son un reflejo de lo que supuso para mi el trabajo sobre mi Sinfonía Coral.

Quirós: Llama la atención el plano tonal, concebido desde una relación de terceras mayores descendentes entre cada una de las piezas; bueno, excepto las dos primeras, entre las que sólo se produce un cambio de modo.

Beethoven: Desde el comienzo pensé en concebir un verdadero ciclo, no una colección de piezas inconexas. La relación tonal, sin duda, aporta cohesión, pero lo más importante es la unidad que reside en el espíritu de la obra. Son seis escenas de una misma acción.

Schubert: A mi estas piezas me parecen algo sublime, mágico. Nadie antes había hecho cantar al piano de esta manera.

Quirós: Siempre ha sido usted especialmente sensible a este aspecto del Hammerklavier, Franz Peter.

Schubert: El canto es mi vocación. En la voz encontré infinidad de matices de expresión de los sentimientos más recónditos e inexplicables. En el piano todos mis esfuerzos estuvieron volcados en encontrar la identidad vocal del instrumento; fue un largo y arduo camino que recorrí a través de todas mis sonatas y que, creo, llegué a completar con las cuatro últimas. La que aparece en su registro, la número 4 en la menor, refleja el comienzo de dicho camino. Me llama la atención que eligiera precisamente esta obra de juventud.

Quirós: La elección no fue fortuita. He de confesarle que mi recorrido personal hacia su música fue igualmente arduo y comenzó a partir de sus fabulosos lieder, que podía escuchar durante horas. No obstante, las sonatas me resultaban un tanto lejanas en espíritu, hasta que un día escuché la Sonata en si bemol mayor tocada por Sviatoslav Richter, uno de sus más férreos defensores...

Schubert: ¡Slava es maravilloso!

Quirós: Algo en mi cambió drásticamente y empecé a profundizar en su opus pianístico. Era consciente de que no podía empezar la casa por el tejado y que la catedral que representa la Sonata en si bemol mayor no sería un buen comienzo, por lo que empecé el camino desde el principio, desde esa pequeña gran Sonata en la menor que hoy nos ocupa. Fue la obra que me introdujo en su particular mundo pianístico y por ello me trae entrañables recuerdos.

Schubert: ¡También a mi! Aquel año 1817 lo dediqué casi exclusivamente a la composición para piano, siendo esta la primera de una serie de tres sonatas que produje entre marzo y noviembre.

Quirós: A pesar de haberla concebido con apenas veinte años, encuentro que se trata de una obra que transmite una sorprendente madurez por su contenido, su construcción y el tratamiento pianístico, aunque a veces la escritura contenga pasajes escritos contro natura desde un punto de vista técnico.

Schubert: Eran mis comienzos en el teclado como protagonista absoluto; aún con todo, encuentro que la sonata guarda un equilibrio casi perfecto entre sus tres movimientos y estoy particularmente satisfecho con el resultado final.

Quirós: Diez años más tarde utilizó nuevamente el encantador tema del Allegretto quasi Andantino para el rondó de su monumental Sonata en la mayor. ¿Qué le movió?

Schubert: Al igual que a usted, me parecía un tema encantador que, sin duda, me habría gustado desarrollar un poco más en mi Sonata en la menor. Pero se trataba de un movimiento central, un frágil y elegante puente entre los dos sólidas pilares que representan los movimientos extremos. En la Sonata en la mayor, en cambio, quise dar otra dimensión a este motivo entrañable, convirtiéndolo en pieza clave de un gran movimiento.

Quirós: No puedo hacer otra cosa que estremecerme siempre que escucho este motivo lleno de plácida melancolía.

Schubert: Me abruma usted.

Liszt: No seas modesto, amigo Schubert. Tu talento para la melodía es difícilmente superable. No es casual que tus magníficas canciones ocupen el lugar más destacado dentro de mi catálogo de transcripciones, aunque resulta casi imposible igualar desde el piano la belleza que desprenden esos lieder.

Quirós: Es admirable, Franz, la labor que desempeñaron sus transcripciones de las canciones de Herr Schubert para su difusión. Muchos, incluso, conocieron antes las versiones pianísticas creyéndolas originales. Muy distinto es el caso de las transcripciones de las sinfonías de Ludwig, que también adaptó para el teclado.

Liszt: Afortunadamente el tiempo lo pone todo en su sitio y nuestro querido Franz Peter ha ocupado el lugar que le corresponde. Así como Ludwig, a pesar de ser contrario al rancio y decadente ambiente vienés del cambio de siglo, era considerado una eminencia, Schubert no gozó de tal suerte...

Beethoven: ¡Siempre lamentaré no haber hecho más para evitarlo!

Liszt: Sus lieder me conquistaron desde la primera escucha y dar a conocer su música se convirtió en un deber para mi. Las sinfonías de Ludwig, en cambio, eran obras más que consagradas; no requerían de mayor difusión. Abordé su transcripción para piano movido por la enorme admiración que les profeso. El mismo motivo me llevó a completar la edición crítica de sus treinta y dos sonatas.

Beethoven: En relación a ello, Franz, creo que deberíamos, por fin, discutir algunas de tus indicaciones sobre la pedalización...

Liszt: Nunca encontramos el momento idóneo para abordar esta cuestión.

Quirós: Ya que hemos empezado a hablar de transcripciones, me interesaría conocer su opinión sobre mi interpretación de la que aparece en el CD, inspirada en el Coro de los Peregrinos de Herr Wagner.

Liszt: Oh, me gusta mucho el tempo y la curva dinámica que consigue construir. Esta página de Richard posee... Por cierto, es una pena que no nos acompañe hoy aquí. ¿Acaso no ha sido invitado a nuestra tertulia?

Quirós: ¿No me creerá tan descortés, Franz? Hice llegar a Herr Wagner una invitación similar a la suya y tras un segundo intento, debido a la ausencia de respuesta, recibí una escueta nota de su representante solicitándome unos honorarios que, lamentablemente, no me puedo permitir.

Liszt: ¡Pobre Richard! Se ha esforzado tanto con su Parsifal... pero me temo que nuestro Señor Johann Sebastian va a tardar aún en acogerle en su Reino. En cualquier caso, como le decía, el Coro de los Peregrinos posee un halo mistérico que atrapa de una manera inexplicable... Un halo que percibo en su depurada versión.

Quirós: Le agradezco el cumplido. Me resulta menos cómodo preguntarle por la impresión que le causó la Rapsodia húngara Nº 12. Su estudio me llevó muchos años de búsqueda hasta quedarme medianamente satisfecho con el resultado; no tanto por la exigencia pianística de la obra, como por la dificultad que entraña el discurso rapsódico y el carácter folclórico de esta pieza.

Liszt: Lo que comenta, como comprenderá, no entraña ninguna dificultad para mi, pero entiendo sus sentimientos. Hacer que la música suene como si se tocara por primera vez, hallar esa frescura no siempre es fácil, especialmente si lo que se reproduce es una creación de otro artista. Es esta la labor principal del intérprete, al margen de las vicisitudes técnicas. Me temo que, durante muchos decenios mis rapsodias han sido tomadas por una suerte de deporte pianístico, lo cual ha hecho proliferar multitud de versiones denostables en las que el pianista de turno pretende, infructuosamente, llegar al final de la pieza antes de que esta acabe...

Quirós: Me temo que yo no podría hacerlo aunque quisiera.

Liszt: No lo lamente tanto. A pesar de que estoy convencido de que no es su versión definitiva, su interpretación refleja una refinada construcción y contiene algunas ideas, desde el punto de vista de la sonoridad, que me han sorprendido gratamente. De un modo velado pero presente, percibo en esta visión de la Rapsodia la presencia omnipotente de nuestro gran maestro van Beethoven, del que todos somos herederos al fin y al cabo...

Beethoven: Estoy a punto de perdonarte esas indicaciones de pedal, mi pequeño Franz.

Quirós: Está claro que la generosidad es, salvo raras excepciones, una cualidad inherente a los grandes artistas. No podía haber disfrutado más de nuestro coloquio, Herren, y no quisiera robarles más tiempo. Les queda un largo viaje de vuelta.

Schubert: Caminar nos sentará bien después de tanto tiempo...

Quirós: Hasta siempre, liebe Freunde.

Enrique Bernaldo de Quirós
A Galina Eguiazarova, mi maestra.

Enrique Bernaldo de Quirós

Heredero de la gran tradición pianística rusa a través de su maestra Galina Eguiazárova (alumna directa de A. Goldenweiser, padre de la moderna Escuela Rusa del piano), Quirós es uno de los pianistas más completos y de mayor proyección internacional de su generación. Su versatilidad y su profunda erudición le han permitido abordar con éxito todos los estilos y estéticas a través de un vasto repertorio.

Su brillante palmarés supera los cuarenta premios en concursos internacionales de piano. Los prestigiosos premios “Cidade do Porto” en 2007 y “UNISA” (Pretoria, Sudáfrica) en 2012 lo sitúan en el selecto grupo de pianistas españoles galardonados en certámenes pertenecientes a la Federación Mundial de Concursos Internacionales de Música de Ginebra.

Ha sido ampliamente reconocido como un destacado intérprete de música española, campo en el que ha recibido valiosos consejos de Alicia de Larrocha, Antón García Abril, Albert Attenelle, y Joaquín Achúcarro.

Nace en 1981 en Moscú, donde a la edad de cinco años comienza sus estudios musicales, debutando en público a los once en la Sala de Cámara del Conservatorio Tchaikovsky. No obstante, su formación transcurre principalmente en Madrid en el Real Conservatorio Superior de Música y en la Escuela Superior de Música “Reina Sofía”, donde es distinguido con diversos diplomas honoríficos de manos de S.M. La Reina Dª Sofía.

Actúa habitualmente en Alemania, Rusia, Italia, Portugal, Suiza, Serbia, Norte de África, Sudáfrica y Oriente Próximo, así como en los principales escenarios españoles. En junio de 2008 debuta en la Sala Grande del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, una de las salas de conciertos más emblemáticas del mundo, actuación que le supone un gran reconocimiento del público y de la crítica.

Como solista ha actuado bajo la batuta maestros como Tamás Vásáry, Salvador Brotons, Stuart Stratford, Josep Vicent, José Ramón Encinar, José Luis Gómez Ríos, Guerássim Voronkóv, Ovidiu Balan o Joji Hattori.

Actualmente es Profesor Titular en el Conservatorio Superior de Música de las Islas Baleares.

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